Por la fuerza, no...
Es todo un tema el de hacer un comentario sobre un concierto de alguien a quien uno le tiene mucho cariño, y más si dicho concierto le provoca sensaciones tan contrapuestas a uno. Por un lado, hay que despojarse de todo vestigio humano para evitar caer en condescendencias causadas por los propios sentimientos, y por otro lado hay que tener en cuenta algunos factores como por ejemplo la simple "cuestión de gustos", amén de las limitaciones que son comunes a todos los descendientes del Homo Sapiens.
Concretamente, el domingo pasado estuve en el concierto que el Coro Juvenil Resonancia de Ramos Mejía, donde como todos saben canta la Tía Conis, realizó en la Parroquia San Luis Gonzaga del barrio de Villa del Parque (y no Devoto, como yo suponía). Y mi conciencia de cronista coral me obliga a informar a mis lectores las impresiones que de allí me traje.
Para empezar, hay que decir que Resonancia suena cada vez mejor, y eso es indiscutible. Habrá quien puede opinar "y bueno, pero le meten micrófonos y parlantes por todos lados, así cualquiera", a lo que se puede responder que esa es un arma de doble filo, como claramente se demostró en este concierto, ya que el resultado sonoro se vio muy perjudicado por la misma acústica del templo, que ocasionaba por momentos un verdadero batifondo en el cual lamentablemente no se entendía qué diablos era lo que el coro estaba cantando. Para la próxima vez, sugiero una prueba de sonido que tenga un poco más en cuenta el recinto, antes de desplegar tanta artillería electroacústica.
Pero estaba diciendo que Resonancia estaba sonando muy bien, más allá de ese factor, así que vamos a explicar el porqué.
Si uno se pone a "medir" cuestiones de fría técnica, creo haber dicho ya que este coro no tiene deficiencias notorias. No se escuchan desafinaciones (el teclado de acompañamiento seguramente ayuda, pero hay quienes desafinan igual cantando al lado de un órgano de tubos a todo vapor); los arreglos son imaginativos y audaces, tanto por su estructura armónica como por la valentía con que llevan los registros vocales hasta el límite, con resultados más que decentes; los solistas no sólo cantan bien, sino que "actúan" las obras con mucho ardor; el repertorio es más que atractivo; el estilo que desarrolla el coro es decididamente propio y difícilmente encuentren otro que haga cosas parecidas, por más que escuché o leí algún comentario (con el que disiento) que decía "se parecen al Kennedy". Creo que Resonancia no transita esos caminos artísticos, y en otro momento aclararé las diferencias que encuentro.
Ahora bien, al principio del post también mencioné "sensaciones contrapuestas". Y aquí está un poco el meollo de la cuestión, siempre dejando bien en claro que lo que sigue es un desarrollo netamente subjetivo, que tiene que ver exclusivamente con mis preferencias musicales, y que de ninguna manera pretende ser un juicio de valor.
Cada vez que voy a ver a Resonancia, me queda como una impresión de que el coro pretende "avasallarme" con su propuesta. Algo así como que tratan de vencer mis reparos estilísticos por la fuerza.
Me explico: Resonancia, fiel a su estilo de "comedia musical", apunta siempre a terminar bien allá arriba, con las sopranos un par de líneas por encima del pentagrama y tres o cuatro "efes" que dejan bien en claro cuál es el clima en que deben finalizar las obras. Uno se imagina, cerrando los ojos y escuchando esos finales de largos calderones, una escenografía bien de Broadway, con muchas lentejuelas, plumas y escaleras con luces. El problema es que uno prefiere otro tipo de inclinaciones en un coro.
Un buen ejemplo para redondear el concepto fue la actuación de los solistas. Mientras que la niña que interpretó "Volverán las oscuras golondrinas" nos sedujo a todos simplemente con la dulzura de su voz, el muchacho que ejecutó "Balada para un loco" le dedicó más energía a lo actoral que a lo musical. Y realmente, por momentos se parecía más a Alfredo Alcón que a un cantante de música ciudadana. Qué quieren que les diga, en mi barrio a eso le decimos "sobreactuar".
Para terminar con este largo comentario, quiero recalcar que todo lo antedicho es un simple fluir de mis impresiones personales, y que no pretenden adular ni desmerecer a un coro que, sin lugar a dudas, está haciendo las cosas más que bien. Que a mí me gusten más otro tipo de tendencias corales no tiene la menor relevancia, y la mejor prueba de ello era la ovación del público al finalizar cada tema.
Creo que está todo dicho, pero quisiera decir una cosita más. Sigo insistiendo en que Resonancia es un buen coro para ir a escuchar. Y es más, seguramente yo mismo volveré en algún momento a hacerlo, pese a que Coni jamás vino a ver un concierto de los míos. Je, sepan disculpar, pero ya que le di tantos palos a la pobre, esto último en comparación es un sutileza.
Aparte, ella lo sabe, es con onda. Y me había prometido que no se iba a enojar, así que... usted sabe, Tía, el hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. No me falle, eh.
Mañana posteo de nuevo, así que estén atentos,
Johann
Concretamente, el domingo pasado estuve en el concierto que el Coro Juvenil Resonancia de Ramos Mejía, donde como todos saben canta la Tía Conis, realizó en la Parroquia San Luis Gonzaga del barrio de Villa del Parque (y no Devoto, como yo suponía). Y mi conciencia de cronista coral me obliga a informar a mis lectores las impresiones que de allí me traje.

Pero estaba diciendo que Resonancia estaba sonando muy bien, más allá de ese factor, así que vamos a explicar el porqué.
Si uno se pone a "medir" cuestiones de fría técnica, creo haber dicho ya que este coro no tiene deficiencias notorias. No se escuchan desafinaciones (el teclado de acompañamiento seguramente ayuda, pero hay quienes desafinan igual cantando al lado de un órgano de tubos a todo vapor); los arreglos son imaginativos y audaces, tanto por su estructura armónica como por la valentía con que llevan los registros vocales hasta el límite, con resultados más que decentes; los solistas no sólo cantan bien, sino que "actúan" las obras con mucho ardor; el repertorio es más que atractivo; el estilo que desarrolla el coro es decididamente propio y difícilmente encuentren otro que haga cosas parecidas, por más que escuché o leí algún comentario (con el que disiento) que decía "se parecen al Kennedy". Creo que Resonancia no transita esos caminos artísticos, y en otro momento aclararé las diferencias que encuentro.
Ahora bien, al principio del post también mencioné "sensaciones contrapuestas". Y aquí está un poco el meollo de la cuestión, siempre dejando bien en claro que lo que sigue es un desarrollo netamente subjetivo, que tiene que ver exclusivamente con mis preferencias musicales, y que de ninguna manera pretende ser un juicio de valor.
Cada vez que voy a ver a Resonancia, me queda como una impresión de que el coro pretende "avasallarme" con su propuesta. Algo así como que tratan de vencer mis reparos estilísticos por la fuerza.
Me explico: Resonancia, fiel a su estilo de "comedia musical", apunta siempre a terminar bien allá arriba, con las sopranos un par de líneas por encima del pentagrama y tres o cuatro "efes" que dejan bien en claro cuál es el clima en que deben finalizar las obras. Uno se imagina, cerrando los ojos y escuchando esos finales de largos calderones, una escenografía bien de Broadway, con muchas lentejuelas, plumas y escaleras con luces. El problema es que uno prefiere otro tipo de inclinaciones en un coro.
Un buen ejemplo para redondear el concepto fue la actuación de los solistas. Mientras que la niña que interpretó "Volverán las oscuras golondrinas" nos sedujo a todos simplemente con la dulzura de su voz, el muchacho que ejecutó "Balada para un loco" le dedicó más energía a lo actoral que a lo musical. Y realmente, por momentos se parecía más a Alfredo Alcón que a un cantante de música ciudadana. Qué quieren que les diga, en mi barrio a eso le decimos "sobreactuar".
Para terminar con este largo comentario, quiero recalcar que todo lo antedicho es un simple fluir de mis impresiones personales, y que no pretenden adular ni desmerecer a un coro que, sin lugar a dudas, está haciendo las cosas más que bien. Que a mí me gusten más otro tipo de tendencias corales no tiene la menor relevancia, y la mejor prueba de ello era la ovación del público al finalizar cada tema.
Creo que está todo dicho, pero quisiera decir una cosita más. Sigo insistiendo en que Resonancia es un buen coro para ir a escuchar. Y es más, seguramente yo mismo volveré en algún momento a hacerlo, pese a que Coni jamás vino a ver un concierto de los míos. Je, sepan disculpar, pero ya que le di tantos palos a la pobre, esto último en comparación es un sutileza.
Aparte, ella lo sabe, es con onda. Y me había prometido que no se iba a enojar, así que... usted sabe, Tía, el hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. No me falle, eh.
Mañana posteo de nuevo, así que estén atentos,

Etiquetas: Crónicas de conciertos