Tacuarembó

Y sí, corolarios míos, los años pasan para todos. Y pasan rápido, bastante más de lo que uno quisiera. Sin ir más lejos, a las 0 hora del día de la fecha, quien esto escribe dobló el codo de los 40, para encarar (con las pocas pilas que a uno le van quedando) la quinta década de vida.

A decir verdad, pensé que iba a ser peor. Me imaginaba un cumpleaños Nº 40 totalmente deprimente, pensando en todo lo que no hice en estos ocho lustros, y el poco tiempo que me va quedando para hacerlo de una buena vez. Suponía que mi único pensamiento iba a ser "la gran siete, ahora empieza la cuesta abajo".

Pero no, por suerte nada de eso ocurrió. No sé, vaya uno a saber por qué, pero es como que siento que aún hay energías de sobra como para seguir dándole duro a la partida. Será porque uno empieza recién ahora a conocer sus propios recursos, y se va dando cuenta que si bien ya no estamos para los 100 metros llanos, bien podemos llegar a la meta en una maratón de 42 km., simplemente por el hecho de saber (no por sabio sino por viejo) cómo administrar las fuerzas sin derrocharlas en corridas inútiles.

Además, me vino bien empezarlo rodeado de gente que quiero y que me quiere. Anoche, luego del concierto que en algún momento les comentaré, nos quedamos comiendo y bebiendo con mis amigos de AlmaVoce, más algunos amigos que llegaron de sorpresa como Graciela y Walter, así que apenas comenzó este 2 de Diciembre, ya me estaban cantando el "Feliz cumpleaños". ¿Hay mejor manera de iniciar el camino que desemboca en el cincuentenario?

Así que bueno, espero no perder este entusiasmo inicial, y que los próximos 40 sean los mejores.
Deséenme suerte,
Johann