El weblog de Johann Tenorio, Buenos Aires, Argentina
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miércoles, agosto 09, 2006

Concertus interruptus

En el post anterior publiqué una Fe de Erratas acerca del concierto que efectuó el Grupo Coral Monteverdi el sábado por la tarde, en el cual le pifié groseramente con el horario. Gracias al llamado de atención que me hizo mi compañera Olmara y a que mi padre liberó al Tenoriomóvil a las 17.30, luego de un espeluznante sprint por la Panamaricana pude asistir al mencionado concierto en la Metodista de Martínez.

Y llegué justo a tiempo, ya que ingresé mientras la maestra de ceremonia Betty Rodríguez estaba terminando con su presentación, tras lo cual el tenor del GCM, Diego Cimino, interpretó él solito la cantiga "Madre de Deus" a manera de obertura del concierto. Brillante y original manera de empezar.
Luego ingresó el resto del coro: 4 sopranos, 5 mezzos, 2 barítonos y la directora Camila Ferro. Y me pareció llamativa la diversidad generacional del GCM, que incluía desde un par de adolescentes hasta alguna señora decididamente mayorcita. Lo cual, primer punto a favor, no resulta determinante (y si lo es no se nota) en el sonido del GCM, ya que durante todo el concierto mantuvo una sonoridad muy homogénea.
Repertorio: era de esperarse que llamándose "Grupo Coral Monteverdi" no iban a desarrollar un repertorio de cuecas y tangos, pero paradójicamente todos los autores interpretados fueron anteriores a Monteverdi. A la mencionada cantiga anónima de aproximadamente un milenio de antigüedad le siguieron tres motetes de Tomás Luis de Victoria, una Misa Brevis de Palestrina que de brevis no tenía nada (pero sí de bella y bien interpretada), y madrigales de Di Lasso, Desprez, Arcadelt, Juan Vázquez y John Dowland, entre otros.
El GCM demostró sentirse como pez en el agua en la cálida acústica del templo, lo cual ayudó para que todo saliera muy prolijito. Ateniéndose en todo momento a lo que dicen los libros en cuanto a la estética de la polifonía sacra, la primera parte del concierto del GCM fue algo que no mostró detalles salientes pero tampoco defectos notorios.
En cuanto a la segunda parte, era la que permitía que la directora se luciera un poco, ya que el madrigal es un género que permite ciertas libertades de interpretación. Y lamentablemente, cuando estaba empezando a disfrutar de lo lindo con los conocidos "O occhi manza mia", "Mille regretz" y "El grillo é buon cantore"... me tuve que ir. Como ustedes saben, tenía una cita ineludible a las 20 hs. en pleno centro porteño, así que si saben de alguien del Monteverdi que se haya ofendido por la actitud irreverente del maleducado que se fue en pleno concierto, díganle que fui yo, que lo que escuché me estaba gustando mucho pero tenía que irme, y pídanle mil disculpas.

Así que trepé reaudamente al volante del Tenoriomóvil y salí disparado hacia las luces de la calle Corrientes (bueno, avenida), y en unos 25 minutos estaba llegando a la Primera Metodista. Para qué.

Ahí me encontré con que actuaba en primer término el Grupo Vocal Amadeus, así que bien podría decir que llegué al divino botón, pero temprano.
No quiero ensañarme mucho con el GVA. Opino que están desperdiciando una buena cantidad de coreutas (porque deben ser más de 20) y un nombre fabuloso en un coro sin ambiciones de progreso. Porque creo haber dicho que había visto al GVA en un concierto el año pasado, y no hay un sólo ítem en que pueda decir que haya notado alguna mejoría, salvo en la vestimenta (esta vez usaron unos buzos gris perla con el logo del coro, jeans y ¡zapatillas!, lo cual debo admitir que me provocó cierta envidia). Entonces me pregunto: ¿es que no tienen al menos un poquito de ganas de crecer como coro, aunque más no sea mostrando algo más de soltura corporal?
Y pensar que me escapé del concierto del Monteverdi para eso...

Bueno, y después vino el Zahir. Como ya dije, tampoco quiero explayarme mucho acerca de su actuación. Pero no puedo dejar de decir que me hicieron sentir un orgullo enorme de haber pertenecido durante 5 años a ese coro. Y el hecho de haber pasado de cantante a oyente no hizo más que incrementar ese orgullo.


Ahora espero que no me empiecen a mandar amenazas los del Amadeus,

Johann