El weblog de Johann Tenorio, Buenos Aires, Argentina
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miércoles, julio 19, 2006

Ocaso y amanecer


Es posible que sea un poco demasiado cruel con el título del post, cosa que me pregunto, a esta altura del blog, a quién le puede sorprender. Créanme que no es mi intención, sino que, como verán más adelante, apunto en el sentido opuesto al que ustedes deben ester pensando por estos momentos.

La cita, organizada por ADICORA y Rita Stein, era en pleno centro, domingo a la tardecita, lluvioso... ideal para quedarse en casita tomando mate. Así y todo, monté al Tenoriomóvil y salí para ver dos coros, el Cappella Buenos Ayres y el de la Escuela de la Nueva Expresión. Y para ir predisponiendo bien a los lectores (aunque sé que algunos se divierten cuando hablo mal de los coros que veo), les cuento que ambos superaron cómodamente mis expectativas.

Cappella Buenos Ayres, por si alguno ignora este dato, supo ser uno de los coros más importantes de esta ciudad, allá a mediados de los '90. Lo dirigía entonces Guillermo Vaisman, si mal no recuerdo, y bajo su liderazgo recorrieron buena parte de Europa representando a nuestra música coral más que dignamente.
Hoy en día, dirigido por Pablo Piccinni, CBA se mueve en otro plano muy distinto. Ignoro las razones, y no tengo motivos para atribuirlo a méritos o culpas del director. CBA cuenta hoy con muy poquitas voces, apenas 3 varones y unas 6 damas, algo que ya sabía por referencias que por otra parte me sugerían que el nivel actual del coro era muy pobre.
Bueno, pues no fue esto lo que yo escuché. Si bien no pondría a CBA entre la élite de los coros porteños, me encontré con un grupo de gente que pone mucho empeño y seriedad para sonar como un buen coro de cámara. Y si no lo logra, pueden estar seguros que al menos andan bien encaminados.
CBA abrió su actuación con la Messe Bréve 7 (aux Chapelles) de Charles Gounod. Lo cual resultó una buena elección, ya que se trata de una obra bella y sin demasiadas pretensiones, y el coro demostró estar a la altura de la misma. Tal vez el detalle a corregir sea que el teclado que acompañaba sonaba demasiado fuerte y sin matices, con lo cual los esfuerzos del director para darle a la obra la dinámica pensada por el compositor fueron casi vanos.
Por suerte, las obras siguientes (dos negro spirituals) fueron, haciendo honor al nombre del coro, a cappella. Y ahí quedó claro que el grupo no sólo no suena nada mal, sino que además cuentan con una mezzo más que eficiente: Marcela Stifman, a cargo de la parte solista del "If we ever". Ah, y hablando de títulos, debo informar al Mº Piccinni que a mi entender "Let us break bread together" (el otro spiritual que cantaron) no se traduce como "dejanos partir juntos el pan" sino como "partamos juntos el pan". Acepto otras opiniones, de todos modos.
Para finalizar, espero fervientemente que Cappella Buenos Ayres vuelva a ser, en un futuro no muy lejano, el coro que muchas glorias ha recogido en su camino. Como dije antes, van por la senda correcta, y sólo les falta un poco de suerte para conseguir voces, cosa que les deseo de todo corazón.

Me queda poco espacio y tiempo para hablar del otro coro, el de la Escuela de la Nueva Expresión dirigido por Analía Miranda, así que trataré de resumir.
Teniendo en cuenta a su directora y su frondoso expediente de coros escolares de padres (lo cual no implica que sean malos), me esperaba encontrar con un coro chiquitito, donde cada cual canta como se le canta y haciendo obras elementales a tres voces. Por suerte, el CENE cuenta con un plantel numeroso (20 personas) y de voces agradables y parejas, lo cual le permite a la Mª Miranda disponer de un buen instrumento para la ejecución de las obras elegidas.
Entre éstas se destacó sin duda la primera que interpretaron, "En la noche" de Diego Lenger sobre texto de Juan Gelman, una obra tan inequívocamente contemporánea como agradable. Luego hicieron un par de obras de Guastavino, "En los surcos del amor" y "Se equivocó la paloma", y cuatro pequeñas canciones del Renacimiento español que Analía Miranda pretendió enlazar mediante una historia un poco absurda pero entretenida. Estas seis últimas obras, por la simple razón de ser tan trilladas, me aburrieron un poco, pero hay que decir que la interpretación fue correcta, sin puntos salientes ni errores groseros.
Redondeando el concepto, lo importante es que el CENE salió airoso del duro trance de ser examinado por el oído crítico de este exigente cronista.

Hasta acá llegué por hoy.
Los dejo, me esperan en el ensayo,

Johann