Cantemos en el bosque
¿Cómo les va? Espero que estén pasando muy bien el Día de la Música.
Disculpen la demora en la publicación de esta crónica, lo que pasó es que salí de Pinamar a eso de las 3 de la mañana, y llegué a las 8 en punto, me cambié y me fui para la oficina, lo cual implica que no había dormido en toda la noche del domingo, ya que estuve al volante del auto. Por eso, ayer me dediqué a tratar de recuperar algunas horas de sueño.
Bueno, les paso a contar. Pónganse cómodos porque esto va a ser largo.
En un momento dado de la cena de despedida, charlaba con mis compañeras del Grupo Vocal AlmaVoce acerca de todo lo vivido en el IV Encuentro "Coros en el Bosque 2005", y de todo lo que iba a escribir sobre el mismo (ellas saben la verdad acerca de Johann Tenorio). Y yo les decía que todo eso daba para escribir un post muy cortito, o bien uno muy largo.
Por ejemplo, si hubiera optado por escribir algo sintético, habría dicho apenas que viví tal vez el hecho más importante de mi vida coral, y sin duda el que más me movilizó a nivel emocional. Y con eso habría alcanzado para dejar muy claro lo importante que fue para mí esta experiencia.
Pero no, ese no es mi estilo, ustedes lo saben bien. Así que paso a comentarles los que para mí fueron los detalles más salientes del encuentro. Lo que no voy a hacer por esta vez es la crítica individual de los coros participantes, salvo en un par de casos muy puntuales.
"Coros en el Bosque 2005" comenzó el viernes al mediodía, pero, como no podía dejar de lado mis obligaciones laborales, recién pude montarme al tenoriomóvil a las 6 de la tarde, encaré a gran velocidad las rutas bonaerenses y llegué a Pinamar a las 11 de la noche. Justo para la cena, miren qué oportuno, pero me perdí la primera parte del taller del M° Néstor Andrenacci y el primero de los 4 conciertos programados, además de un hermoso día de playa.
A la mañana siguiente, luego de escasas 4 horas de sueño, partimos hacia la segunda parte del taller con Andrenacci. Y aquí es cuando empiezan las emociones fuertes.
Tengo que decir que fue un privilegio para mí haber podido asistir a estos talleres y disfrutar (porque realmente es algo para disfrutar) del trabajo del M° Andrenacci, un verdadero maestro en todo sentido, ya que no sólo se dedicó a desempeñar su tarea de director, sino que nos hizo entender cada obra como si el mismo compositor estuviera presente para explicarnos cuál era su intención al escribirla. Y todo con una sencillez increíble, haciendo muy simples las cosas complicadas y sin subirse en ningún momento al pedestal que por sobrados motivos se ha ganado. Creo que cualquier ser humano que esté dirigiendo una masa de 300 personas (algo que para él no debe haber sido una novedad) debe sentir en algún momento la tentación de creerse un general de brigada o algo por el estilo, pero les puedo garantizar que éste no fue el caso del M° Andrenacci, nada que ver.
Fue tan intenso lo que sentí durante el taller que, cerca del final, cuando estábamos cantando el "Sal de ahí, chivita, chivita" da capo al fine, la sensación de estar ante semejante ícono musical y en medio de esa masa coral con gente de tantos países, desencadenó en mí una tormenta emotiva tal que... bueno, las lágrimas me impidieron seguir cantando. Sí, créanme, ahí estaba el bobo de Johann llorando como un bebé en medio de tanta gente. Pero les garantizo que no fui el único que andaba moqueando, de hecho tuve comentarios de gente que directamente no pudo cantar en todo el taller. Así de intenso fue.
A la noche había conciertos en la iglesia "Nuestra Señora de la Paz", un templo precioso y con una acústica bellísima para quienes cantan y para quienes están escuchando, aunque tal vez algo pequeña para la magnitud del evento. Y como ya dije, no me parece adecuado hacer comentarios acerca de cada coro, porque fueron muchos y ni siquiera pude verlos a todos, por lo cual sería algo injusto si me pusiera a describirlos individualmente. Algunos me gustaron mucho y otros no tanto, pero debo decir que el nivel de todos ellos estaba bastante por encima del promedio.
Pero igual quiero destacar un momento muy particular de esa velada, que fue la actuación del Coral Schöne Musik, dirigido por uno de los organizadores, el M° Diego García Picasso. No sólo por haber cantado muy bien y hacer honor a su nombre, sino porque toda su actuación se llevó a cabo con las luces apagadas, debido a que el repertorio estaba dedicado íntegramente a la noche. Hermoso.
Al día siguiente, por fin pude disfrutar un rato de las playas de Pinamar. Qué bueno, por favor. El agua estaba bárbara, el sol aún no estaba demasiado agresivo, había poco viento y muchas olas, y nos matamos de la risa con mis queridos compañeros almavocheros.
Después de eso, me fui a descansar un rato ya que teníamos que cantar a la noche, y por eso me perdí la mayor parte del concierto del domingo a mediodía. Sólo alcancé a ver al Grupo Vocal Tahiel, dirigido por el M° Javier Damesón, que no sólo hicieron un muy buen concierto de música popular y negro spirituals, sino que después de terminado el concierto cantaron una hermosa versión de "Berimbau", de Vinicius de Moraes, para el público que aún quedaba, entre los cuales estaba gran parte del Coro de la UCA de Brasilia. Otro momento emotivo, y todavía faltaban algunos más.
A las 18:30 teníamos la última parte del taller con el Mº Andrenacci, y fue tan lindo como los anteriores. De hecho, me volvió a ocurrir lo mismo: en la mitad de la chivita... snif, snif... ¡buaaaaaaaa! ¿Se puede ser tan pavote?
Y a continuación, el concierto de cierre.
Nos, el Grupo Vocal AlmaVoce, actuamos en segundo lugar, y creo que no estuvimos nada mal. Tuvimos muy buena recepción en el público, siendo uno de los pocos grupos a los que les pidieron bises. Yo, en lo personal, lo disfruté muchísimo, ya que pusimos mucho énfasis en la expresividad en las obras, y realmente sentí que estábamos, como diría el Fito, "ofreciendo el corazón" en cada nota y en cada sílaba. Así que nos retiramos con la satisfacción del deber cumplido y algo más.
A continuación, se presentó la revelación del encuentro: el Coro de la Universidad Católica de Brasilia, con la dirección del inmenso (y no sólo por el volumen) José Luis Da Silva, un morochazo de rastas que impresionaba por su aspecto físico, pero dueño de una amabilidad que pocas veces he visto.
A ver si los puedo describir. Los chicos del CUCAB, todos adolescentes o poco más, vestían todos igual: una levita negra por fuera y roja por dentro, con unas charreteras con tres estrellitas doradas; boina negra; blusa roja con un lazo blanco en la pechera; pantalones negros abombachados, y borceguíes negros. Además, tanto varones como chicas llevaban los ojos delineados y los labios pintados de negro. Así que ya desde lo visual resultaban impactantes.
Pero el impacto real se produjo cuando empezaron a cantar... y a moverse. Sí, el CUCAB nos tenía preparadas unas coreografías más que interesantes. Algunos ejemplos:
1) en la primera obra "Les Cris de París" de Jannequin, que hablaba de los mercados callejeros de París, todos se movían como ofreciendo a viva voz sus mercaderías, cruzándose entre ellos imitando al movimiento de la gente en el mercado, y todo esto sin parar de cantar una obra de alta complejidad. Impresionante.
2) una de las obras, "Os atabaques da Pombagira" era de inspiración claramente umbanda, y como era presumible incluía algunas danzas de esa religión. Y los bailarines no eran ningunos improvisados.
3) en otra obra cuyo nombre no recuerdo, y que hablaba de dos jóvenes que peleaban por el amor de una doncella, dos de los chicos se trenzaban en un feroz combate de capoeira, y la niña que hacía de doncella también era conocedora de dicha arte marcial.
4) sin duda alguna, el plato fuerte del repertorio fue "Balada para un loco". Uno de los chicos, cuyo nombre jamás podré saber, se encargó de la parte solista con un trabajo actoral que envidiaría la mismísima Amelita Baltar. Eso sí, musicalmente me hizo acordar un poco a Roberto Carlos, pero de todos modos fue una interpretación conmovedora.
Para sintetizar, el CUCAB me pareció un excelente "instrumento coral", manejado sabiamente por las diestras y siniestras manos del Mº Da Silva, y a mí me hizo pensar en la enorme cantidad de trabajo que debe haber en los ensayos de este coro.
Bueno, pero todavía me falta el postre de todo este evento: los 300 y pico de coreutas haciendo las obras del taller bajo la dirección de Néstor Andrenacci. De más está decir que fue un momento sublime, las obras salieron tal vez algo desprolijas debido a la emotividad del momento, pero eso fue sin duda un detalle menor. Al finalizar, podrán ustedes imaginarse lo que fue: abrazos al por mayor, lágrimas, felicitaciones... les juro que en este mismísimo instante, mientras escribo esta crónica, mis ojos se vuelven a llenar de lágrimas al recordarlo, créanme.
Y vuelvo a la última cena, donde comencé con este post. Cuando llegaron los chicos de Brasil, los recibió una ovación, y todos comenzamos a entonar el "Brasiiiil... lara rara rara raráaaaaa..."; como podrán imaginarse, los chicos no pudieron evitar las lágrimas. Ellos nos retribuyeron con lo que tenían a mano, un fragmento de "Balada...", y ahora fuimos los argentinos los que tuvimos que recurrir a los pañuelos.
El final fue apoteósico: la gente del Coro Saint Malo APAC La Mennais, de Uruguay, sacaron los tambores y a puro parche se cantó el "Sal de ahí...", terminando con una estrofa de inspiración espontánea: "¡Hay que llamar a Néstor, para que saque a la vaca!", entonado como himno mientras en la Bunge nos empapaba la lluvia de Pinamar. Cualquier comparación con Woodstock corre por exclusiva cuenta del lector.
Bueno, les vuelvo a pedir disculpas, esta vez por lo largo del post. Es que realmente, era un pecado no contarles todo esto. Y me quedaron sin contar mis encuentros con el Mº Andrenacci, Rita Stein y Tulio Fiorentino.
Ojalá que todos ustedes tengan alguna vez la oportunidad de vivir esta experiencia, porque no la van a poder olvidar mientras vivan.
Palabra de Johann,
Johann
Disculpen la demora en la publicación de esta crónica, lo que pasó es que salí de Pinamar a eso de las 3 de la mañana, y llegué a las 8 en punto, me cambié y me fui para la oficina, lo cual implica que no había dormido en toda la noche del domingo, ya que estuve al volante del auto. Por eso, ayer me dediqué a tratar de recuperar algunas horas de sueño.
Bueno, les paso a contar. Pónganse cómodos porque esto va a ser largo.
En un momento dado de la cena de despedida, charlaba con mis compañeras del Grupo Vocal AlmaVoce acerca de todo lo vivido en el IV Encuentro "Coros en el Bosque 2005", y de todo lo que iba a escribir sobre el mismo (ellas saben la verdad acerca de Johann Tenorio). Y yo les decía que todo eso daba para escribir un post muy cortito, o bien uno muy largo.
Por ejemplo, si hubiera optado por escribir algo sintético, habría dicho apenas que viví tal vez el hecho más importante de mi vida coral, y sin duda el que más me movilizó a nivel emocional. Y con eso habría alcanzado para dejar muy claro lo importante que fue para mí esta experiencia.
Pero no, ese no es mi estilo, ustedes lo saben bien. Así que paso a comentarles los que para mí fueron los detalles más salientes del encuentro. Lo que no voy a hacer por esta vez es la crítica individual de los coros participantes, salvo en un par de casos muy puntuales.
"Coros en el Bosque 2005" comenzó el viernes al mediodía, pero, como no podía dejar de lado mis obligaciones laborales, recién pude montarme al tenoriomóvil a las 6 de la tarde, encaré a gran velocidad las rutas bonaerenses y llegué a Pinamar a las 11 de la noche. Justo para la cena, miren qué oportuno, pero me perdí la primera parte del taller del M° Néstor Andrenacci y el primero de los 4 conciertos programados, además de un hermoso día de playa.
A la mañana siguiente, luego de escasas 4 horas de sueño, partimos hacia la segunda parte del taller con Andrenacci. Y aquí es cuando empiezan las emociones fuertes.
Tengo que decir que fue un privilegio para mí haber podido asistir a estos talleres y disfrutar (porque realmente es algo para disfrutar) del trabajo del M° Andrenacci, un verdadero maestro en todo sentido, ya que no sólo se dedicó a desempeñar su tarea de director, sino que nos hizo entender cada obra como si el mismo compositor estuviera presente para explicarnos cuál era su intención al escribirla. Y todo con una sencillez increíble, haciendo muy simples las cosas complicadas y sin subirse en ningún momento al pedestal que por sobrados motivos se ha ganado. Creo que cualquier ser humano que esté dirigiendo una masa de 300 personas (algo que para él no debe haber sido una novedad) debe sentir en algún momento la tentación de creerse un general de brigada o algo por el estilo, pero les puedo garantizar que éste no fue el caso del M° Andrenacci, nada que ver.
Fue tan intenso lo que sentí durante el taller que, cerca del final, cuando estábamos cantando el "Sal de ahí, chivita, chivita" da capo al fine, la sensación de estar ante semejante ícono musical y en medio de esa masa coral con gente de tantos países, desencadenó en mí una tormenta emotiva tal que... bueno, las lágrimas me impidieron seguir cantando. Sí, créanme, ahí estaba el bobo de Johann llorando como un bebé en medio de tanta gente. Pero les garantizo que no fui el único que andaba moqueando, de hecho tuve comentarios de gente que directamente no pudo cantar en todo el taller. Así de intenso fue.
A la noche había conciertos en la iglesia "Nuestra Señora de la Paz", un templo precioso y con una acústica bellísima para quienes cantan y para quienes están escuchando, aunque tal vez algo pequeña para la magnitud del evento. Y como ya dije, no me parece adecuado hacer comentarios acerca de cada coro, porque fueron muchos y ni siquiera pude verlos a todos, por lo cual sería algo injusto si me pusiera a describirlos individualmente. Algunos me gustaron mucho y otros no tanto, pero debo decir que el nivel de todos ellos estaba bastante por encima del promedio.
Pero igual quiero destacar un momento muy particular de esa velada, que fue la actuación del Coral Schöne Musik, dirigido por uno de los organizadores, el M° Diego García Picasso. No sólo por haber cantado muy bien y hacer honor a su nombre, sino porque toda su actuación se llevó a cabo con las luces apagadas, debido a que el repertorio estaba dedicado íntegramente a la noche. Hermoso.
Al día siguiente, por fin pude disfrutar un rato de las playas de Pinamar. Qué bueno, por favor. El agua estaba bárbara, el sol aún no estaba demasiado agresivo, había poco viento y muchas olas, y nos matamos de la risa con mis queridos compañeros almavocheros.
Después de eso, me fui a descansar un rato ya que teníamos que cantar a la noche, y por eso me perdí la mayor parte del concierto del domingo a mediodía. Sólo alcancé a ver al Grupo Vocal Tahiel, dirigido por el M° Javier Damesón, que no sólo hicieron un muy buen concierto de música popular y negro spirituals, sino que después de terminado el concierto cantaron una hermosa versión de "Berimbau", de Vinicius de Moraes, para el público que aún quedaba, entre los cuales estaba gran parte del Coro de la UCA de Brasilia. Otro momento emotivo, y todavía faltaban algunos más.
A las 18:30 teníamos la última parte del taller con el Mº Andrenacci, y fue tan lindo como los anteriores. De hecho, me volvió a ocurrir lo mismo: en la mitad de la chivita... snif, snif... ¡buaaaaaaaa! ¿Se puede ser tan pavote?
Y a continuación, el concierto de cierre.
Nos, el Grupo Vocal AlmaVoce, actuamos en segundo lugar, y creo que no estuvimos nada mal. Tuvimos muy buena recepción en el público, siendo uno de los pocos grupos a los que les pidieron bises. Yo, en lo personal, lo disfruté muchísimo, ya que pusimos mucho énfasis en la expresividad en las obras, y realmente sentí que estábamos, como diría el Fito, "ofreciendo el corazón" en cada nota y en cada sílaba. Así que nos retiramos con la satisfacción del deber cumplido y algo más.
A continuación, se presentó la revelación del encuentro: el Coro de la Universidad Católica de Brasilia, con la dirección del inmenso (y no sólo por el volumen) José Luis Da Silva, un morochazo de rastas que impresionaba por su aspecto físico, pero dueño de una amabilidad que pocas veces he visto.
A ver si los puedo describir. Los chicos del CUCAB, todos adolescentes o poco más, vestían todos igual: una levita negra por fuera y roja por dentro, con unas charreteras con tres estrellitas doradas; boina negra; blusa roja con un lazo blanco en la pechera; pantalones negros abombachados, y borceguíes negros. Además, tanto varones como chicas llevaban los ojos delineados y los labios pintados de negro. Así que ya desde lo visual resultaban impactantes.
Pero el impacto real se produjo cuando empezaron a cantar... y a moverse. Sí, el CUCAB nos tenía preparadas unas coreografías más que interesantes. Algunos ejemplos:
1) en la primera obra "Les Cris de París" de Jannequin, que hablaba de los mercados callejeros de París, todos se movían como ofreciendo a viva voz sus mercaderías, cruzándose entre ellos imitando al movimiento de la gente en el mercado, y todo esto sin parar de cantar una obra de alta complejidad. Impresionante.
2) una de las obras, "Os atabaques da Pombagira" era de inspiración claramente umbanda, y como era presumible incluía algunas danzas de esa religión. Y los bailarines no eran ningunos improvisados.
3) en otra obra cuyo nombre no recuerdo, y que hablaba de dos jóvenes que peleaban por el amor de una doncella, dos de los chicos se trenzaban en un feroz combate de capoeira, y la niña que hacía de doncella también era conocedora de dicha arte marcial.
4) sin duda alguna, el plato fuerte del repertorio fue "Balada para un loco". Uno de los chicos, cuyo nombre jamás podré saber, se encargó de la parte solista con un trabajo actoral que envidiaría la mismísima Amelita Baltar. Eso sí, musicalmente me hizo acordar un poco a Roberto Carlos, pero de todos modos fue una interpretación conmovedora.
Para sintetizar, el CUCAB me pareció un excelente "instrumento coral", manejado sabiamente por las diestras y siniestras manos del Mº Da Silva, y a mí me hizo pensar en la enorme cantidad de trabajo que debe haber en los ensayos de este coro.
Bueno, pero todavía me falta el postre de todo este evento: los 300 y pico de coreutas haciendo las obras del taller bajo la dirección de Néstor Andrenacci. De más está decir que fue un momento sublime, las obras salieron tal vez algo desprolijas debido a la emotividad del momento, pero eso fue sin duda un detalle menor. Al finalizar, podrán ustedes imaginarse lo que fue: abrazos al por mayor, lágrimas, felicitaciones... les juro que en este mismísimo instante, mientras escribo esta crónica, mis ojos se vuelven a llenar de lágrimas al recordarlo, créanme.
Y vuelvo a la última cena, donde comencé con este post. Cuando llegaron los chicos de Brasil, los recibió una ovación, y todos comenzamos a entonar el "Brasiiiil... lara rara rara raráaaaaa..."; como podrán imaginarse, los chicos no pudieron evitar las lágrimas. Ellos nos retribuyeron con lo que tenían a mano, un fragmento de "Balada...", y ahora fuimos los argentinos los que tuvimos que recurrir a los pañuelos.
El final fue apoteósico: la gente del Coro Saint Malo APAC La Mennais, de Uruguay, sacaron los tambores y a puro parche se cantó el "Sal de ahí...", terminando con una estrofa de inspiración espontánea: "¡Hay que llamar a Néstor, para que saque a la vaca!", entonado como himno mientras en la Bunge nos empapaba la lluvia de Pinamar. Cualquier comparación con Woodstock corre por exclusiva cuenta del lector.
Bueno, les vuelvo a pedir disculpas, esta vez por lo largo del post. Es que realmente, era un pecado no contarles todo esto. Y me quedaron sin contar mis encuentros con el Mº Andrenacci, Rita Stein y Tulio Fiorentino.
Ojalá que todos ustedes tengan alguna vez la oportunidad de vivir esta experiencia, porque no la van a poder olvidar mientras vivan.
Palabra de Johann,
Johann
2 Comentarios:
y si... pasó todo eso que dice Johann y mucho más!! Corrieron ríos de adrenalina y de lágrimas originadas en la emoción y hubo risas, confraternidad y alegría. Participé de todas y cada una de las actividades y asistí a todos los conciertos, almuerzos, cenas y festicholas varias (llegué el jueves al mediodía, porque cuando se es mayorcita, una no puede bajarse del micro y empezar la jarana ahí mismo...).
Los organizadores se anotaron todos los porotos que puedan imaginarse con la excelente coordinación de semejante acontecimiento. El Ma. Andrenacci nos dio vuelta a todos con su buen humor y sus excelentes explicaciones de cada detalle de las obras que integraban el taller. Es cierto que algunos matices se perdieron en el momento de cantar en público, porque todos estábamos muy movilizados por la actuación del coro de Brasilia, pero así y todo salió bastante bien. En algún momento pensé que íbamos a ser más cantantes que público, pero hete aquí que cuando nos ubicamos para cantar, resultó que la Iglesia seguía llena de gente, que aplaudió a rabiar.
En la calidad de los coros que actuaron en los cuatro conciertos, hubo altibajos, pero el promedio fue de muy buen nivel.
Johann amenazó con delatar mis habilidades de danzarina, cuando me vio sacudiendo el esqueleto a los sones del candombe, pero creo que es sólo un poco de envidia... jejejeje...
A él se lo vio luciendo una nariz algo enrojecida, no se si por la acción del sol o por bebidas etílicas ingeridas... jijiji...
Ahora tengo zzzzzzueño, pero en cualquier momento les cuento más...
Un saludito. Rita Stein
¿Bebidas etílicas ingeridas? ¡Si no me dejaron tomar nada, con el pretexto de que tenía que manejar! :-(
No, señores, mi tono camaronáceo se debía exclusivamente a la acción del sol en mi piel espectral por naturaleza.
Gracias, Rita por tu comentario, y espero con ansia una 2ª entrega. Y me hiciste dar cuenta que me había olvidado de mencionar a los organizadores, Diego García Picasso y Martín Lettieri, dos pibes de 24 años que nos asombraron a todos con un evento impresionante y sin ninguna falla notoria que mencionar.
Ah, y si algún otro lector estuvo allá y quiere dejar sus impresiones, por favor no se quede con las ganas. Especialmente vos, Si Confusa, que te sentabas al lado mío en las cenas y yo ni me daba cuenta...
Saludos,
Johann
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