Encuentros corales: ¿sí o no?
No se preocupen, aún no me volví loco del todo. Ni tampoco me adherí a una cruzada terrorista anti-coral.
Desde hace un tiempo que andaba con ganas de poner por escrito algunos de mis delirantes pensamientos acerca de estos eventos, y qué mejor ámbito para ello que "Coro Lario", ¿no?
Vamos, entonces, a exponer algunos detalles. Hay dos situaciones que hay que tener en cuenta, que son la del coro anfitrión y la de cualquiera de los coros invitados. Estas dos situaciones luego convergerán en un punto, que es cuando comienza el encuentro propiamente dicho.
CORO ANFITRION
1) Todo comienza a principios del año coral (fines de febrero/mediados de marzo). Aún antes de que comiencen los ensayos, se juntan los históricos del coro para definir, al menos, la fecha del encuentro. Se comienzan a exponer los puntos de vista de cada uno, con un ardor que provocaría la envidia de los asistentes al Cabildo Abierto de 1810. Se barajan varias fechas, de las cuales se van eliminando algunas, provocando que quienes las propusieron se retiren de la reunión, profiriendo improperios varios y jurando que jamás volverán a participar en reuniones de esta índole. Igual, después vuelven.
2) Alrededor de dos meses antes de la fecha finalmente decidida (no por unanimidad, ni siquiera por el voto de una amplia mayoría, sino simplemente por los escasos votos de quienes se quedaron hasta el final de la reunión ya detallada), comienzan a interrumpirse los ensayos más o menos por la mitad, para empezar a definir quién trae las empanadas, quién el vino y quién las pastafrolas. Esta decisión se toma en el último ensayo previo a la realización del encuentro.
3) Llega, por fin, el día del encuentro. Durante la víspera, se han cruzado cadenas telefónicas, cadenas de mails, cadenas del cheque y otros conjuntos de eslabones, para combinar quiénes van a ir al lugar del encuentro con 8 horas de antelación para acomodar las sillas, poner papel en los baños, pasar escobas y otros implementos de limpieza, etc. Faltando 3 horas para el comienzo, sólo han llegado 4 personas. Se oye el ruido de rotas cadenas.
4) Unos 10 minutos antes de dar sala, se hace presente quien tenía a su cargo la impresión de los programas. Trae, en una bolsita, unos 50 de estos útiles papelitos. Lástima que, entre coreutas y público, se esperan unas 150 personas.
5) Comienza el encuentro. Sigue en "Encuentro propiamente dicho".
CORO INVITADO
1) Recibida la invitación de parte del Coro Anfitrión, se planifican 3 reuniones post-ensayo para decidir si se acepta el convite. Luego, se realizan otras 3 reuniones para votar por el medio de transporte que llevará al coro al encuentro, y luego 3 reuniones más para la elección final del punto donde se encontrarán los coreutas y, con algo de suerte, el director. Las opciones son: una estación de servicio en Castelar, un barcito en Temperley o una esquina cualquiera en Don Torcuato, a 3 cuadras del encuentro propiamente dicho (en adelante, el EPD). A todo esto, el coro invitado ensaya en Floresta, pero a nadie se le ocurre juntarse en el lugar de ensayo.
2) El director del coro, un mes antes del EPD, propone el repertorio que presentará el coro. En él figuran al menos dos estrenos, que aún nadie terminó de aprender, y al menos dos obras a tres voces que el coro ejecuta desde sus inicios, y que ya nadie soporta. Recibe los lógicos abucheos con estoicismo, y vuelve a su casa para replanificar el repertorio. Algunos ensayos después, se aparece con una segunda propuesta de repertorio, de la cual el comité de históricos veta el 40% por diversas razones. El sufrido director trae una tercera propuesta, la cual es aprobada por unanimidad por la sencilla razón de que es el último ensayo previo al EPD.
3) Ensayo general. Las obras se calan, los tenores no entran en el momento justo en la chacarera que hasta el ensayo anterior todos sabían de memoria, los bajos cantan los "dum-dum-dum" de rigor a voz en cuello donde dice ppp, las sopranos ejecutan las melodías principales como si fueran secundarias y las contraltos ejecutan las melodías secundarias como si fueran principales. Llega la ambulancia del SAME para el director, que vuelve en sí luego de 45 minutos de respirar sales aromáticas y recibir shocks eléctricos. Sobrevive, apenas, y prosigue el ensayo. Terminado el mismo, se decide adelantar el horario de partida hacia el EPD una hora y media, para volver a pasar las obras.
4) Llega el día temido. 20 minutos antes del horario de partida hacia el EPD, por fin se ha completado el coro. El director propone una vocalización de unos 15 minutos, y en los 5 minutos restantes se pasan las 7 obras (6 más un bis) que componen el repertorio. Una mezzo protesta: "¿no está todo un poco rápido?". Los coreutas suben al medio de transporte elegido, generalmente un colectivo que no ha superado las últimas 3 revisiones técnicas, cuyo chofer no ha superado los últimos 3 tests psicofísicos. Comienzan varias ruedas de mate y charla que, dadas las condiciones sonoras del vehículo, provocan disfonías de diverso grado en el 95% del coro. El único integrante no afectado es aquel a quien todos llaman "el mudo", y no precisamente por cantar como Gardel.
5) Increíblemente, el transporte llega al lugar del EPD con apenas 20 minutos de retraso. Sigue en "Encuentro propiamente dicho".
ENCUENTRO PROPIAMENTE DICHO
1) El locutor de turno (uno de los bajos del coro anfitrión) inicia la lectura del discurso de apertura del EPD, de alrededor de 17 minutos de duración. Seguidamente, da lectura al discurso de bienvenida para el/los otro/s coro/s, de aproximadamente 23 minutos de duración. Luego, ya algo exhausto y con la boca reseca, corre apresurado a ponerse el uniforme, ya que su coro, obviamente, es el que canta primero.
2) Comienza ¡por fin! a escucharse algo parecido a música. El coro anfitrión (en adelante el CA) hace una breve selección de su repertorio, de no más de 12 canciones. Cabe la aclaración de que este coro, si bien cuenta con todas las de ganar por jugar de local, no venir de un viaje de entre 50 y 400 km. y tener a todos sus parientes entre el público, generalmente lleva las de perder ya que todos están cansados de tanto acomodar sillas y/o mirar a quienes lo hacían.
3) Mientras el CA hace de cuenta que canta, el coro invitado 1 (en adelante el CI1) y el coro invitado 2 (en adelante el CI2) ocupan sus lugares entre el público. Entre ellos comienzan a sacarle el cuero al coro actuante, con comentarios del tipo de los que se incluyen más abajo, en el "Anexo Comentarios Venenosos". Algunos coreutas, más responsables, repasan las obras en voz más o menos baja, con lo cual, entre el coro de adelante, los coros de atrás y los comentaristas venenosos del medio, los parientes del CA no tienen idea de qué es lo que están escuchando.
4) Finaliza su actuación el CA. El CI1 y el CI2 lo ovacionan y piden bises, con innegables intenciones de reciprocidad posterior. El CA, por pudor y por suerte, declina la invitación al bis y se retira del escenario, pasando a ocupar los lugares dejados vacantes por el CI1 entre el público.
5) Comienza su actuación el CI1. Se reiteran los acontecimientos ya relatados en el punto 3) de esta sección, reemplazando donde dice "CA" por "CI1" y viceversa. Ah, sí, cierto, como el CA ya cantó, en lugar de repasar obras, cuenta chistes.
6) Finaliza su actuación el CI1. El CI2 lo ovaciona y pide bises, por las razones ya expuestas, y el CA lo ovaciona y pide bises, simplemente para quedar como un buen CA.
7) Comienzan los problemas. Cuando el CI1 pretende volver a ocupar sus asientos, se encuentra que en ellos están sentados los integrantes del CA, que indican amablemente a los integrantes del CI1 que no jodan y se vayan a sentar en los asientos que dejaron libres los integrantes del CI2, que a todo esto ya empezó a cantar. Los que logran sentarse, al igual que los del CA que ya estaban sentados, retoman la emisión de comentarios venenosos. Los que no logran sentarse, se quedan caminando por la sala y también emiten comentarios venenosos. Nadie repasa obras, salvo los que están en el escenario.
8) Finaliza la actuación del CI2. El CA y el CI1 aplauden cortésmente, ya con la mente puesta en el ágape posterior. No se escuchan pedidos de bises, pero como el CI2 ya tiene el bis programado y más o menos ensayado, lo canta igual.
9) Terminado de una buena vez el EPD, comienza el mejor momento de la noche: el ágape. Sopranos, contraltos y algún bajo o tenor de espíritu servicial o costumbres poco ortodoxas, comienzan a repartir entre las mesas que se improvisaron con tablas y caballetes, enormes bandejas de empanadas, sandwiches de miga, pizza cortada en cuadraditos, masas secas, pasta frola, tarta de ricota, etc. (todo mezclado). Al mismo tiempo, bajos, tenores y alguna soprano o contralto de tendencias poco habituales, vienen trayendo botellas de vinos y gaseosas de oferta. Alguien, con el único sacacorchos disponible, hace lo imposible para descorchar 6 botellas al mismo tiempo. Se acumulan sobre las mesas las botellas vacías (excepto las de gaseosas con improbables sabores naranja y pomelo). Es el momento de mayor mancomunión entre los coros participantes: brazos y dientes de coreutas de diversos coros y sexos se entremezclan para ver quién se queda con el último sandwich de atún.
A medida que los alimentos se van acabando, los grupos vuelven a distinguirse. Los integrantes de cada coro se van juntando con sus compañeros, exceptuando a algún tenor que intenta levantarse a una contralto de otro coro. Sobre el final del ágape, entre las ruinas de algunos comensales, puede observarse un último vestigio de unión intercoral: un largamente cincuentón bajo del CA trata de enseñarle algunos pasos de tango a una bonita soprano adolescente del CI2, mientras por los parlantes suena un tema de la Bersuit.
Y así termina el encuentro, entre abrazos, llantos y etílicas promesas de futuras invitaciones que se cumplirán, con algo de suerte, el día del arquero.
ANEXO COMENTARIOS VENENOSOS
* "Estos tienen menos onda que Mariano Grondona".
* "¡Mama mía! ¡Qué manera de desafinar!"
* "Yo a este coro lo escuché en un encuentro en el 92. La verdad que en esa época sonaban mejor".
* "Esta chacarera la canté en otro coro, pero con más polenta".
* "¡Qué ridículos! ¿Viste las camisas que se pusieron estos payasos?"
* "Che, el director, ¿está bailando breakdance o qué le pasa?"
* "Mirá el lomo que tiene la contralto ésa, la petisita, al lado de la vieja teñida".
* "Y bueno, pobres, con tres bajos mucho mejor no se puede sonar".
* "Está bueno, lástima que se escucha todo el tiempo a la soprano ésa con voz de pito".
* "¿Y a estos perejiles los pusieron a cantar últimos?"
Complete usted la lista, estimado lector, con los comentarios que haya escuchado y/o proferido en un encuentro coral, para poder armar entre todos el más completo compendio de comentarios venenosos de Hispanoamérica.
Díganme si no han vivido alguna de estas situaciones al menos una vez en su trayectoria coral. Si me dicen que no, no les creo.
Hasta el próximo EPD,
Johann
Desde hace un tiempo que andaba con ganas de poner por escrito algunos de mis delirantes pensamientos acerca de estos eventos, y qué mejor ámbito para ello que "Coro Lario", ¿no?
Vamos, entonces, a exponer algunos detalles. Hay dos situaciones que hay que tener en cuenta, que son la del coro anfitrión y la de cualquiera de los coros invitados. Estas dos situaciones luego convergerán en un punto, que es cuando comienza el encuentro propiamente dicho.
CORO ANFITRION
1) Todo comienza a principios del año coral (fines de febrero/mediados de marzo). Aún antes de que comiencen los ensayos, se juntan los históricos del coro para definir, al menos, la fecha del encuentro. Se comienzan a exponer los puntos de vista de cada uno, con un ardor que provocaría la envidia de los asistentes al Cabildo Abierto de 1810. Se barajan varias fechas, de las cuales se van eliminando algunas, provocando que quienes las propusieron se retiren de la reunión, profiriendo improperios varios y jurando que jamás volverán a participar en reuniones de esta índole. Igual, después vuelven.
2) Alrededor de dos meses antes de la fecha finalmente decidida (no por unanimidad, ni siquiera por el voto de una amplia mayoría, sino simplemente por los escasos votos de quienes se quedaron hasta el final de la reunión ya detallada), comienzan a interrumpirse los ensayos más o menos por la mitad, para empezar a definir quién trae las empanadas, quién el vino y quién las pastafrolas. Esta decisión se toma en el último ensayo previo a la realización del encuentro.
3) Llega, por fin, el día del encuentro. Durante la víspera, se han cruzado cadenas telefónicas, cadenas de mails, cadenas del cheque y otros conjuntos de eslabones, para combinar quiénes van a ir al lugar del encuentro con 8 horas de antelación para acomodar las sillas, poner papel en los baños, pasar escobas y otros implementos de limpieza, etc. Faltando 3 horas para el comienzo, sólo han llegado 4 personas. Se oye el ruido de rotas cadenas.
4) Unos 10 minutos antes de dar sala, se hace presente quien tenía a su cargo la impresión de los programas. Trae, en una bolsita, unos 50 de estos útiles papelitos. Lástima que, entre coreutas y público, se esperan unas 150 personas.
5) Comienza el encuentro. Sigue en "Encuentro propiamente dicho".
CORO INVITADO
1) Recibida la invitación de parte del Coro Anfitrión, se planifican 3 reuniones post-ensayo para decidir si se acepta el convite. Luego, se realizan otras 3 reuniones para votar por el medio de transporte que llevará al coro al encuentro, y luego 3 reuniones más para la elección final del punto donde se encontrarán los coreutas y, con algo de suerte, el director. Las opciones son: una estación de servicio en Castelar, un barcito en Temperley o una esquina cualquiera en Don Torcuato, a 3 cuadras del encuentro propiamente dicho (en adelante, el EPD). A todo esto, el coro invitado ensaya en Floresta, pero a nadie se le ocurre juntarse en el lugar de ensayo.
2) El director del coro, un mes antes del EPD, propone el repertorio que presentará el coro. En él figuran al menos dos estrenos, que aún nadie terminó de aprender, y al menos dos obras a tres voces que el coro ejecuta desde sus inicios, y que ya nadie soporta. Recibe los lógicos abucheos con estoicismo, y vuelve a su casa para replanificar el repertorio. Algunos ensayos después, se aparece con una segunda propuesta de repertorio, de la cual el comité de históricos veta el 40% por diversas razones. El sufrido director trae una tercera propuesta, la cual es aprobada por unanimidad por la sencilla razón de que es el último ensayo previo al EPD.
3) Ensayo general. Las obras se calan, los tenores no entran en el momento justo en la chacarera que hasta el ensayo anterior todos sabían de memoria, los bajos cantan los "dum-dum-dum" de rigor a voz en cuello donde dice ppp, las sopranos ejecutan las melodías principales como si fueran secundarias y las contraltos ejecutan las melodías secundarias como si fueran principales. Llega la ambulancia del SAME para el director, que vuelve en sí luego de 45 minutos de respirar sales aromáticas y recibir shocks eléctricos. Sobrevive, apenas, y prosigue el ensayo. Terminado el mismo, se decide adelantar el horario de partida hacia el EPD una hora y media, para volver a pasar las obras.
4) Llega el día temido. 20 minutos antes del horario de partida hacia el EPD, por fin se ha completado el coro. El director propone una vocalización de unos 15 minutos, y en los 5 minutos restantes se pasan las 7 obras (6 más un bis) que componen el repertorio. Una mezzo protesta: "¿no está todo un poco rápido?". Los coreutas suben al medio de transporte elegido, generalmente un colectivo que no ha superado las últimas 3 revisiones técnicas, cuyo chofer no ha superado los últimos 3 tests psicofísicos. Comienzan varias ruedas de mate y charla que, dadas las condiciones sonoras del vehículo, provocan disfonías de diverso grado en el 95% del coro. El único integrante no afectado es aquel a quien todos llaman "el mudo", y no precisamente por cantar como Gardel.
5) Increíblemente, el transporte llega al lugar del EPD con apenas 20 minutos de retraso. Sigue en "Encuentro propiamente dicho".
ENCUENTRO PROPIAMENTE DICHO
1) El locutor de turno (uno de los bajos del coro anfitrión) inicia la lectura del discurso de apertura del EPD, de alrededor de 17 minutos de duración. Seguidamente, da lectura al discurso de bienvenida para el/los otro/s coro/s, de aproximadamente 23 minutos de duración. Luego, ya algo exhausto y con la boca reseca, corre apresurado a ponerse el uniforme, ya que su coro, obviamente, es el que canta primero.
2) Comienza ¡por fin! a escucharse algo parecido a música. El coro anfitrión (en adelante el CA) hace una breve selección de su repertorio, de no más de 12 canciones. Cabe la aclaración de que este coro, si bien cuenta con todas las de ganar por jugar de local, no venir de un viaje de entre 50 y 400 km. y tener a todos sus parientes entre el público, generalmente lleva las de perder ya que todos están cansados de tanto acomodar sillas y/o mirar a quienes lo hacían.
3) Mientras el CA hace de cuenta que canta, el coro invitado 1 (en adelante el CI1) y el coro invitado 2 (en adelante el CI2) ocupan sus lugares entre el público. Entre ellos comienzan a sacarle el cuero al coro actuante, con comentarios del tipo de los que se incluyen más abajo, en el "Anexo Comentarios Venenosos". Algunos coreutas, más responsables, repasan las obras en voz más o menos baja, con lo cual, entre el coro de adelante, los coros de atrás y los comentaristas venenosos del medio, los parientes del CA no tienen idea de qué es lo que están escuchando.
4) Finaliza su actuación el CA. El CI1 y el CI2 lo ovacionan y piden bises, con innegables intenciones de reciprocidad posterior. El CA, por pudor y por suerte, declina la invitación al bis y se retira del escenario, pasando a ocupar los lugares dejados vacantes por el CI1 entre el público.
5) Comienza su actuación el CI1. Se reiteran los acontecimientos ya relatados en el punto 3) de esta sección, reemplazando donde dice "CA" por "CI1" y viceversa. Ah, sí, cierto, como el CA ya cantó, en lugar de repasar obras, cuenta chistes.
6) Finaliza su actuación el CI1. El CI2 lo ovaciona y pide bises, por las razones ya expuestas, y el CA lo ovaciona y pide bises, simplemente para quedar como un buen CA.
7) Comienzan los problemas. Cuando el CI1 pretende volver a ocupar sus asientos, se encuentra que en ellos están sentados los integrantes del CA, que indican amablemente a los integrantes del CI1 que no jodan y se vayan a sentar en los asientos que dejaron libres los integrantes del CI2, que a todo esto ya empezó a cantar. Los que logran sentarse, al igual que los del CA que ya estaban sentados, retoman la emisión de comentarios venenosos. Los que no logran sentarse, se quedan caminando por la sala y también emiten comentarios venenosos. Nadie repasa obras, salvo los que están en el escenario.
8) Finaliza la actuación del CI2. El CA y el CI1 aplauden cortésmente, ya con la mente puesta en el ágape posterior. No se escuchan pedidos de bises, pero como el CI2 ya tiene el bis programado y más o menos ensayado, lo canta igual.
9) Terminado de una buena vez el EPD, comienza el mejor momento de la noche: el ágape. Sopranos, contraltos y algún bajo o tenor de espíritu servicial o costumbres poco ortodoxas, comienzan a repartir entre las mesas que se improvisaron con tablas y caballetes, enormes bandejas de empanadas, sandwiches de miga, pizza cortada en cuadraditos, masas secas, pasta frola, tarta de ricota, etc. (todo mezclado). Al mismo tiempo, bajos, tenores y alguna soprano o contralto de tendencias poco habituales, vienen trayendo botellas de vinos y gaseosas de oferta. Alguien, con el único sacacorchos disponible, hace lo imposible para descorchar 6 botellas al mismo tiempo. Se acumulan sobre las mesas las botellas vacías (excepto las de gaseosas con improbables sabores naranja y pomelo). Es el momento de mayor mancomunión entre los coros participantes: brazos y dientes de coreutas de diversos coros y sexos se entremezclan para ver quién se queda con el último sandwich de atún.
A medida que los alimentos se van acabando, los grupos vuelven a distinguirse. Los integrantes de cada coro se van juntando con sus compañeros, exceptuando a algún tenor que intenta levantarse a una contralto de otro coro. Sobre el final del ágape, entre las ruinas de algunos comensales, puede observarse un último vestigio de unión intercoral: un largamente cincuentón bajo del CA trata de enseñarle algunos pasos de tango a una bonita soprano adolescente del CI2, mientras por los parlantes suena un tema de la Bersuit.
Y así termina el encuentro, entre abrazos, llantos y etílicas promesas de futuras invitaciones que se cumplirán, con algo de suerte, el día del arquero.
ANEXO COMENTARIOS VENENOSOS
* "Estos tienen menos onda que Mariano Grondona".
* "¡Mama mía! ¡Qué manera de desafinar!"
* "Yo a este coro lo escuché en un encuentro en el 92. La verdad que en esa época sonaban mejor".
* "Esta chacarera la canté en otro coro, pero con más polenta".
* "¡Qué ridículos! ¿Viste las camisas que se pusieron estos payasos?"
* "Che, el director, ¿está bailando breakdance o qué le pasa?"
* "Mirá el lomo que tiene la contralto ésa, la petisita, al lado de la vieja teñida".
* "Y bueno, pobres, con tres bajos mucho mejor no se puede sonar".
* "Está bueno, lástima que se escucha todo el tiempo a la soprano ésa con voz de pito".
* "¿Y a estos perejiles los pusieron a cantar últimos?"
Complete usted la lista, estimado lector, con los comentarios que haya escuchado y/o proferido en un encuentro coral, para poder armar entre todos el más completo compendio de comentarios venenosos de Hispanoamérica.
Díganme si no han vivido alguna de estas situaciones al menos una vez en su trayectoria coral. Si me dicen que no, no les creo.
Hasta el próximo EPD,
Johann
7 Comentarios:
ENCUENTROS CORALES SÍ!!!!!
pero...¿cómo?
y hay otras preguntas más:
¿Cuál es el objetivo de un encuentro coral?
¿tienen todos los encuentros corales el mismo objetivo? ¿deberían tenerlo?
¿qué es tener "buena onda"?
¿hay que "homogeneizar o pasteurizar" los objetivos?
¿somos capaces de aceptar que no todos los encuentros apuntan a lo mismo?
podemos ser tolerantes cuando se trata de aceptar que otros pueden tener distintos criterios de búsqueda y de objetivo?
Las preguntas no son tan fáciles de responder y además todas las respuestas sufrirán variantes ineludiblemente de acuerdo al punto en donde esté parado quien las responda.
De todos los puntos de vista que habilitan todas las opiniones posibles me gustaría elegir dos:
1. EL DIRECTOR INVITADO
2. LOS COREUTAS de cualquiera de los coros participantes.
..................................
EL DIRECTOR invitado puede haber sido convocado por otro director que lo conoce (ese caso es menos complicado...) o puede haberse INSCRIPTO, POR RESPONDER A UNA CONVOCATORIA ABIERTA.
¿Le presta atención a los términos de la misma?
¿le interesa enterarse de qué se trata o simplemente quiere tener un espacio para "meter" su coro a toda costa y sumarle un 1 al número de 3 cifras que lleva acumulado de presentaciones?
¿Se ocupa de averiguar cuáles son las informaciones básicas? (horario, cantidad de tiempo)
¿Consulta con sus coreutas para asegurarse un mínimo de puntualidad y asistencia?
¿debería hacerlo o eso es un dato de menor importancia?
LOS COREUTAS
¿qué pasa con los coreutas en el momento de jugar el rol de oyentes? ¿oyen?
¿qué es lo que pasa cuando no podemos disponernos a escuchar lo que el otro tiene para entregar?
¿cuál es la ventaja de realizar una evaluación "sonora" (en voz alta) mientras se está llevando a cabo el encuentro y la presentación del otro coro?
¿que nos pasa como coreutas cuando los compañeros de otro coro recurren a esta misma metodología de evaluación?
Bueno... ya estoy agotado... y hambriento... por eso me planto acá... y espero más preguntas y algunas respuestas...
Dejo de escribir pensando, agradecido, en los ágapes que continúan a los encuentros... y allí son generalmente LAS coreutas las que se llevan los laureles.
Brindo por ellas!!!
Giovanni Percontari
A mi me parece que los encuentros son para eso, para encontrarse y pasar un buen momento con la musica que cada uno quiere cantar. Para que mas puede uno ir a un encuentro.
No está bien hablar mientras los otros cantan pero a veces se oye cada cosa que hay que ponerse un broche para no decir algo.
Rita Geiuor
Johann: me divertí mucho con tu comentario de los encuentros corales, me sentí total y absolutamente identificada... Aunque puedo agregar un detalle: si tu coro es sostenido por una institución y ésta decide (ese año) olvidar (!) la otrora profusa propaganda del evento... Como ya los parientes y amigos están hartos de hacerte la gamba, al festival nadie viene, total hay carteles por toda la avenida... Pero ese año te encontrás con la sorpresa que el festival (que se realiza en un salón para 300 personas) se hará para la intimidad de los coreutas... ¡Sólo vinieron a verte dos fieles ex-integrantes! Por suerte el ágape cuenta con unas cuantas botellitas de vino que suavizan cualquier mal momento...
Aclaro que esa anécdota forma parte de mi pasado coral, ya que en la actualidad, formo parte de un mini-emprendimiento en el que somos cinco más uno (o sea seis), por ahora. Aprovecho para invitar a seres osados a unirse. Gracias.
Créase o no....
Aún soy virgen... en cuanto a encuentros corales se refiere. Como es mi primer experiencia coral y aún no fui a ver ningún recital (bah! ya sabés que el único al que asistí me retiré antes de oír el coro por causa de fuerza mayor... el tema del barítono...) no puedo agregar nada a tu tan jocoso comentario, pero espero pronto hacerlo.
Sí Johann... me deschavé! no fui a verte!!!
La condesa.
Me alegra recibir tantos comentarios en tan poco tiempo, y me alegra que en la mayoría de ellos me digan que les gustó la nota.
Giovanni Percontari... mucho me temo que sus intentos por esconder su identidad han sido vanos. Creo atisbar en lo que dice y en su forma de escribir, algunos indicios que me sugieren que yo conozco su verdadera identidad, así como usted conoce la mía. Más allá de eso, estoy de acuerdo con sus opiniones.
Señores directores, debemos hacer algún "esfuerzo placentero" (como cierta vez le oí decir al sr. Percontari), para solucionar el tema de la virginidad coral de nuestra amiga la Condesa.
Saludos,
Johann
Es tal cual. Increible una definición tan exacta. He vivido muchisimos encuentro corales y en 8 de cada 10 pasa lo relatado por Johann. No digo que esté bien, al contrario, habria que replantearse el fin de dichos encuentros. Todos decimos "felicitaciones", pero bien que criticamos lindo mientras cantaban.
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