Insólito debut
Y sí, tengo que reconocerlo: era la primera vez que escuchaba al GCC (Grupo de Canto Coral) en concierto. Es más, mi supina ignorancia era tal que hasta desconocía el hecho de que su director, el Mº Néstor Andrenacci, fuera barítono, y de los buenos.
Así que, evidentemente, no tenía muchas premisas cuando me dirigí a ver su concierto de anoche en la pquia. San Pablo Apóstol, a escasas 5,5 cuadras de mi actual (y a la vuelta de mi futuro) domicilio. Sólo sabía que iba a ver un concierto de uno de los mejores coros del país.
La primera sorpresa que me llevé fue con la cantidad de público asistente: por suerte, esta vez fue muy poca la gente que huyó de la parroquia una vez terminada la misa. Pobre, el párroco se debe haber quedado bastante triste viendo que casi nadie lo fue a saludar a la salida.
Y la segunda sorpresa fue que... no había programas de mano. Tratándose del tipo de obras que se intepretaron, fue una verdadera pena, y más tratándose de un coro como el GCC, tan ligado a una editorial. Ése tal vez sea el único punto oscuro de la noche.
Por lo demás, obviamente, casi nada que reprochar. El GCC comenzó su presentación interpretando la cantata Nº 9 "Es ist das Heil uns kommen her", de mi tocayo, el sr. Juan Sebastián (Bach, no Verón!!!). Lástima que esta cantata sea posiblemente una de las menos apropiadas para escuchar al coro, que sólo tiene participación en el primero (y con largos interludios instrumentales en el medio) y en el último de los 7 números que la conforman. De los otros 5 números, 3 son recitativos para barítono (magistralmente interpretados por el Mº Andrenacci), un aria para tenor (lo que menos me gustó) y un dúo para soprano y contralto (a cargo de dos chicas cuyos nombres ignoro, pero que me maravillaron por la dulzura con que cantaron).
Ah, y no me quiero olvidar de mencionar que el grupo instrumental que acompañó al coro y sus solistas sonó afinado y muy compacto, trabajando en perfecta comunión con los cantantes.
A continuación el coro interpretó 4 motetes, agrupados en dos opus, el 29 y el 74, de mi casi tocayo Johannes Brahms. Y aquí sí todos tuvimos la oportunidad de apreciar lo que es el GCC. La sensación con la que uno se queda es: qué bueno es poder sentarse a disfrutar de la música de un coro sabiendo que no van a desafinar, que no van a calar, que no va a haber voces que se destaquen por sobre las demás, que las sopranos (u otra cuerda cualquiera) no van a tapar al resto del coro, que los pianissimos van a sonar pianissimo y los fortes van a sonar forte, que la pronunciación hará posible que, si uno supiera alemán, entendería perfectamente el texto... ¿para qué aburrirlos con tantos detalles? Al fin y al cabo, estamos hablando del GCC, y con eso alcanza para describir lo que tuvimos el placer de escuchar.
Para el final quiero mencionar un par de temas personales. Por esta vez preferí no ir a presentarme frente al M° Andrenacci, pese a que ganas no me faltaban. Ocurre que, gracias a mi propia torpeza y a los buenos oficios de Rita Stein, entre otros, quedé medio como que tenía algo en contra de la sra. Laura Dubinsky, esposa (si no estoy mal informado como de costumbre) de Andrenacci. Si bien creo haber dejado en claro que no es así, y que en el peor de los casos sólo estaba en desacuerdo con algún detalle menor, preferí no ir a exponerme a ser ajusticiado de un atrilazo. Ya tendré el tiempo (y el honor, obviamente) de charlar largo y tendido con el M° Andrenacci y aclarar la cuestión.
Pero igualmente me quedé muy feliz por otro tema. Me encontré con la sorpresa de que en el GCC cantan varios ex-compañeros de coro, entre ellos hasta un director y una preparadora vocal. Por supuesto, ni bien terminó el concierto me dirigí a saludarlos, y debo decir que fuí más que bien recibido. Hubo abrazos, risas, algún recuerdo, y hasta tengo que decir que varios me han pedido mi dirección de e-mail para poder estar en contacto. De más está decir que toda esta buena onda me hizo sentir una alegría inmensa, ya que después de varios años de no verme con estas personas, no sólo me recordaban, sino que me recordaban bien.
Por fin una buena, entre tantos palos recibidos en estos días.
Espero que por esta vez no me peguen,
Johann
Así que, evidentemente, no tenía muchas premisas cuando me dirigí a ver su concierto de anoche en la pquia. San Pablo Apóstol, a escasas 5,5 cuadras de mi actual (y a la vuelta de mi futuro) domicilio. Sólo sabía que iba a ver un concierto de uno de los mejores coros del país.
La primera sorpresa que me llevé fue con la cantidad de público asistente: por suerte, esta vez fue muy poca la gente que huyó de la parroquia una vez terminada la misa. Pobre, el párroco se debe haber quedado bastante triste viendo que casi nadie lo fue a saludar a la salida.
Y la segunda sorpresa fue que... no había programas de mano. Tratándose del tipo de obras que se intepretaron, fue una verdadera pena, y más tratándose de un coro como el GCC, tan ligado a una editorial. Ése tal vez sea el único punto oscuro de la noche.
Por lo demás, obviamente, casi nada que reprochar. El GCC comenzó su presentación interpretando la cantata Nº 9 "Es ist das Heil uns kommen her", de mi tocayo, el sr. Juan Sebastián (Bach, no Verón!!!). Lástima que esta cantata sea posiblemente una de las menos apropiadas para escuchar al coro, que sólo tiene participación en el primero (y con largos interludios instrumentales en el medio) y en el último de los 7 números que la conforman. De los otros 5 números, 3 son recitativos para barítono (magistralmente interpretados por el Mº Andrenacci), un aria para tenor (lo que menos me gustó) y un dúo para soprano y contralto (a cargo de dos chicas cuyos nombres ignoro, pero que me maravillaron por la dulzura con que cantaron).
Ah, y no me quiero olvidar de mencionar que el grupo instrumental que acompañó al coro y sus solistas sonó afinado y muy compacto, trabajando en perfecta comunión con los cantantes.
A continuación el coro interpretó 4 motetes, agrupados en dos opus, el 29 y el 74, de mi casi tocayo Johannes Brahms. Y aquí sí todos tuvimos la oportunidad de apreciar lo que es el GCC. La sensación con la que uno se queda es: qué bueno es poder sentarse a disfrutar de la música de un coro sabiendo que no van a desafinar, que no van a calar, que no va a haber voces que se destaquen por sobre las demás, que las sopranos (u otra cuerda cualquiera) no van a tapar al resto del coro, que los pianissimos van a sonar pianissimo y los fortes van a sonar forte, que la pronunciación hará posible que, si uno supiera alemán, entendería perfectamente el texto... ¿para qué aburrirlos con tantos detalles? Al fin y al cabo, estamos hablando del GCC, y con eso alcanza para describir lo que tuvimos el placer de escuchar.
Para el final quiero mencionar un par de temas personales. Por esta vez preferí no ir a presentarme frente al M° Andrenacci, pese a que ganas no me faltaban. Ocurre que, gracias a mi propia torpeza y a los buenos oficios de Rita Stein, entre otros, quedé medio como que tenía algo en contra de la sra. Laura Dubinsky, esposa (si no estoy mal informado como de costumbre) de Andrenacci. Si bien creo haber dejado en claro que no es así, y que en el peor de los casos sólo estaba en desacuerdo con algún detalle menor, preferí no ir a exponerme a ser ajusticiado de un atrilazo. Ya tendré el tiempo (y el honor, obviamente) de charlar largo y tendido con el M° Andrenacci y aclarar la cuestión.
Pero igualmente me quedé muy feliz por otro tema. Me encontré con la sorpresa de que en el GCC cantan varios ex-compañeros de coro, entre ellos hasta un director y una preparadora vocal. Por supuesto, ni bien terminó el concierto me dirigí a saludarlos, y debo decir que fuí más que bien recibido. Hubo abrazos, risas, algún recuerdo, y hasta tengo que decir que varios me han pedido mi dirección de e-mail para poder estar en contacto. De más está decir que toda esta buena onda me hizo sentir una alegría inmensa, ya que después de varios años de no verme con estas personas, no sólo me recordaban, sino que me recordaban bien.
Por fin una buena, entre tantos palos recibidos en estos días.
Espero que por esta vez no me peguen,
Johann
1 Comentarios:
Y palos más que bien merecidos, mi estimado Johann... a quién se le puede ocurrir exhibir sentido del humor y creatividad en nuestro sacrosanto ambiente de la música coral argentina (ajjjjjjuummmmm).
Le envío un saludo cordial (obvio, con el seño fruncido, le aclaro para que no me confunda).
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