Pura belleza
Esas dos palabras alcanzan, ellas solitas, para definir el encuentro del viernes 16 en la Metodista de Corrientes. Claro, teniendo en cuenta los dos grupos que se presentaban, uno ya sabía que más o menos eso era lo que se podía esperar. Nada menos que el Sexteto Cantábile y el Estudio Coral de Buenos Aires.
Y tal como nuestra conspicua lectora Rita Stein lo informara, dicho encuentro se realizó con un buen fin, que es el de recaudar fondos para la reparación del hermoso órgano "Forster & Andrews", construido en 1882, y que sale bastante saladita, como podrán ver en el próximo post.
Lo que no pudo informar Rita (por que no estuvo, jeje) es que la concurrencia no sólo fue bastante grande, sino que hubo unas cuantas caras conocidas entre el público: Javier Zentner, Claudio Alsuyet, Oscar Llobet, Osvaldo Bercellini, Graciela Schneider, Silvia Pérez Monsalve, sin contar aquellos a quienes no he tenido el gusto de conocer personalmente. Pero la estrella de la noche (obviamente sin contar a los intérpretes) fue un molesto grillo que estaba al costado del templo, y cuyo insoportable "cricrido" (bueno, no sé cómo se dice) no cesó durante todo el concierto. Uno nunca fue muy amante de los insecticidas, pero en este caso puntual la verdad es que daba como para salir a comprar uno y explicarle claramente al coleóptero que no era un buen momento para escuchar sus reclamos.
Pero bueno, vayamos a los hechos musicales, que vaya si los hubo.
El Sexteto Cantábile, que se presentó en primer término, abordó un repertorio bastante diverso, que incluyó desde el "O Magnum Mysterium" de Tomás Luis de Victoria hasta "Regreso a la tonada" y "La Nochera", ambas arregladas por Eduardo Ferraudi. Y, habida cuenta que ese tipo de programas multiestilísticos no son de mi predilección, lo hicieron con la elegancia y la sutileza características en ellos. No hace falta que les vuelva a insistir con las virtudes del SC, ya que todos ustedes saben que soy seguidor del grupo desde hace ya unos años. Lo que sí quiero mencionar las obras que más me gustaron: el "O Jesulein Süss", obra anónima arreglada por Johann Sebastian Bach, y el bellísimo "Miedo" de Gabriela Mistral musicalizado por Fernando Moruja.
Sobre las obras folklóricas con que el SC cerró su actuación, debo decir que las interpretaron de una manera muy personal. Por supuesto, no puede esperarse que en medio de una obra alguno de sus integrantes se salga con un estentóreo "¡adénnnntro!", sino más bien todo lo contrario. Aún en una zamba tan "pañuelera" como "La Nochera", el SC se mantuvo en su estilo y la encaró casi como si se tratara de un romántico lied de Mendelssohn. Lo cual me pareció mucho más sincero que si la hubieran cantado a grito pelado.
Y bueno, luego vino el turno del Estudio Coral de Buenos Aires. Obviamente, no puedo aportar nada que no se haya dicho (o que sí se haya dicho, por copiarle un chiste al archifamoso grupo que su director integra) acerca de la perfección que transmite el ECBA en cada una de sus presentaciones, así que prefiero dedicarme a comentar impresiones de otro tipo.
Por ejemplo, y como podrán observar en las fotos adjuntas, estaba a pasitos nomás del coro y, obviamente, del Mº López Puccio, y tuve la oportunidad de apreciar dos detalles. Primero, que no hay coro en la tierra que se escuche medianamente bien si uno está tan cerca, ya se pierde el empaste y las voces se escuchan muy separadas al dejar de sentirse la influencia de la acústica del lugar. Y segundo, ¡qué impresionante es verlo dirigir a López Puccio! Aún siendo un ferviente defensor de la teoría de que el papel del director coral es mucho más importante en los ensayos que en el concierto, igual el tipo siempre da la imagen de tener las cosas bajo su absoluto dominio.
Dejo un último párrafo para el repertorio. La obra principal, el "Requiem" de Ildebrando Pizzetti, está bastante lejos del dodecafonismo o el serialismo que uno espera en los conciertos del ECBA. Por el contrario, es una obra muy agradable de escuchar, que está mas cerca de Mahler que de Ligeti, y por ende no se torna insostenible por la proliferación de clusters y polirritmias. Después, como bis, cantaron un clásico de su repertorio, las "Tres Canciones Ingrias" de Veljo Tormes, una obrita tan linda como compleja.
No me queda más que decirles que el ECBA va a cerrar el año mañana en el patio de su casa, la Iglesia de La Merced (Reconquista y Perón, en plena City porteña), a las 20:30 horas. Harán este mismo repertorio y algunas cositas más, todas de compositores del siglo pasado, que si no me fallan los cálculos era el XX.
Los veo en el próximo post, que prometo que será el último por hoy,
Johann
Y tal como nuestra conspicua lectora Rita Stein lo informara, dicho encuentro se realizó con un buen fin, que es el de recaudar fondos para la reparación del hermoso órgano "Forster & Andrews", construido en 1882, y que sale bastante saladita, como podrán ver en el próximo post.
Lo que no pudo informar Rita (por que no estuvo, jeje) es que la concurrencia no sólo fue bastante grande, sino que hubo unas cuantas caras conocidas entre el público: Javier Zentner, Claudio Alsuyet, Oscar Llobet, Osvaldo Bercellini, Graciela Schneider, Silvia Pérez Monsalve, sin contar aquellos a quienes no he tenido el gusto de conocer personalmente. Pero la estrella de la noche (obviamente sin contar a los intérpretes) fue un molesto grillo que estaba al costado del templo, y cuyo insoportable "cricrido" (bueno, no sé cómo se dice) no cesó durante todo el concierto. Uno nunca fue muy amante de los insecticidas, pero en este caso puntual la verdad es que daba como para salir a comprar uno y explicarle claramente al coleóptero que no era un buen momento para escuchar sus reclamos.
Pero bueno, vayamos a los hechos musicales, que vaya si los hubo.
El Sexteto Cantábile, que se presentó en primer término, abordó un repertorio bastante diverso, que incluyó desde el "O Magnum Mysterium" de Tomás Luis de Victoria hasta "Regreso a la tonada" y "La Nochera", ambas arregladas por Eduardo Ferraudi. Y, habida cuenta que ese tipo de programas multiestilísticos no son de mi predilección, lo hicieron con la elegancia y la sutileza características en ellos. No hace falta que les vuelva a insistir con las virtudes del SC, ya que todos ustedes saben que soy seguidor del grupo desde hace ya unos años. Lo que sí quiero mencionar las obras que más me gustaron: el "O Jesulein Süss", obra anónima arreglada por Johann Sebastian Bach, y el bellísimo "Miedo" de Gabriela Mistral musicalizado por Fernando Moruja.
Sobre las obras folklóricas con que el SC cerró su actuación, debo decir que las interpretaron de una manera muy personal. Por supuesto, no puede esperarse que en medio de una obra alguno de sus integrantes se salga con un estentóreo "¡adénnnntro!", sino más bien todo lo contrario. Aún en una zamba tan "pañuelera" como "La Nochera", el SC se mantuvo en su estilo y la encaró casi como si se tratara de un romántico lied de Mendelssohn. Lo cual me pareció mucho más sincero que si la hubieran cantado a grito pelado.
Y bueno, luego vino el turno del Estudio Coral de Buenos Aires. Obviamente, no puedo aportar nada que no se haya dicho (o que sí se haya dicho, por copiarle un chiste al archifamoso grupo que su director integra) acerca de la perfección que transmite el ECBA en cada una de sus presentaciones, así que prefiero dedicarme a comentar impresiones de otro tipo.
Por ejemplo, y como podrán observar en las fotos adjuntas, estaba a pasitos nomás del coro y, obviamente, del Mº López Puccio, y tuve la oportunidad de apreciar dos detalles. Primero, que no hay coro en la tierra que se escuche medianamente bien si uno está tan cerca, ya se pierde el empaste y las voces se escuchan muy separadas al dejar de sentirse la influencia de la acústica del lugar. Y segundo, ¡qué impresionante es verlo dirigir a López Puccio! Aún siendo un ferviente defensor de la teoría de que el papel del director coral es mucho más importante en los ensayos que en el concierto, igual el tipo siempre da la imagen de tener las cosas bajo su absoluto dominio.
Dejo un último párrafo para el repertorio. La obra principal, el "Requiem" de Ildebrando Pizzetti, está bastante lejos del dodecafonismo o el serialismo que uno espera en los conciertos del ECBA. Por el contrario, es una obra muy agradable de escuchar, que está mas cerca de Mahler que de Ligeti, y por ende no se torna insostenible por la proliferación de clusters y polirritmias. Después, como bis, cantaron un clásico de su repertorio, las "Tres Canciones Ingrias" de Veljo Tormes, una obrita tan linda como compleja.
No me queda más que decirles que el ECBA va a cerrar el año mañana en el patio de su casa, la Iglesia de La Merced (Reconquista y Perón, en plena City porteña), a las 20:30 horas. Harán este mismo repertorio y algunas cositas más, todas de compositores del siglo pasado, que si no me fallan los cálculos era el XX.
Los veo en el próximo post, que prometo que será el último por hoy,
Johann
7 Comentarios:
Tan cerca y todavia no nos pudimos encontrar.Coincido con vos,Pura Belleza lo que vimos en la Metodista el Viernes.Creo que lo del empaste es un hecho menor(detalle ,que le confieso,no repare en absoluto) ante tamaña demostracion de musica de la que es capaz el Estudio Coral.Pienso que vimos lo que verdaderamente puede ser llamado un coro de camara,ese que puede sonar bien tanto en la Metodista,como en la basilica en la que cerraron sus presentaciones el año pasado,voces con proyeccion,no se si muchos coros,con la misma;o aun mayor cantidad de voces,acostumbrados a recintos pequeños,podrian sonar de igual manera,ademas de interpretar obras tan complejas;y salir airoso del compromiso.Por lo demas comparto plenamente lo visto y lo oido.Agrego una cosita mas a modo de confidencia Tenorio,los chicos del ECBA..Tambien se equivocan!!Humanos son a fin de cuentas,pero esa se la dejo como off de record,el 22,hagame acordar que se la cuento.Lo del grillo ni lo note,embelesado como estaria con la musica,lo que si me jodio notoriamente;y creo que ya puedo decir que es un clasico,en los conciertos,son las madres que van con sus hijos pequeños,bebes de pecho,de dos o tres años,que se ponen a llorar,en los momentos mas inoportunos;y ni siquiera se toman la molestia de salir de la sala cuando los querubines empiezan con sus rabietas y no paran.¿No sabran que pueden dejarlos con sus abuelos,alguna tia;o que hay algo que se llama niñera,que es una persona que puede quedarse a cuidarlos mientras ellas no estan?Se los dejo como sugerencia,a lo mejor es una luminosa idea que aun no ha llegado a sus cabezas.Saludos.
El grillo también estaba el sábado. Se ve que se ha encariñado con la Metodista y quiere unir su voz a la de los coros. No me molestó en absoluto, al contrario, me pareciò un símbolo de buen augurio (matar un grillo es mala suerte, Johann) y algo pintoresco.
Comparto el fastidio por los bebés que berrean en los conciertos, aunque entiendo que no siempre las madres de esos bebés tienen a alguien disponible para hacerse cargo y tampoco siempre tienen guita para pagar niñera. Es más, en muchos casos se trata de niños que tienen alguna relación con los/las coreutas que están actuando. He visto a algunas señoras jóvenes entregando su bebé a los brazos de otra persona para poder ir a cantar (o a dirigir). Y también he visto a coreutas hombres besando a mujer y bebé al finalizar un concierto. Esto sucede sobre todo en lugares como la Iglesia Metodista, que tiene un ambiente bastante familiar. En lugares más "copetudos", eso no pasa.
Rita
Es verdad Rita eso de las coreutas es tal cual,me habia detenido a observar,cuando un chiquito empezo con sus llantos una de las integrantes del coro lo miraba con cara de ay hijo!!que me haces..Y efectivamente(a la salida,lo comprobe) resulto ser la madre del susodicho.De todos modos,aun entendiendo todas estas cirscunstancias,siguen siendo cosas que molestan bastante.Un saludo Rita.
Wolfgang
Tengo una anécdotita al respecto: el Ma. Alberto Balzanelli, caballero de pocas pulgas, detuvo un concierto en la Basílica de Guadalupe porque un bebé lloraba espantosamente. Dijo "hasta que no saquen a ese bebé, no sigo con el concierto"... La gente lo aplaudió (menos la señora del bebé, claro). Y así se hizo... sacaron al bebé y siguió el concierto...
Pero en general, el tema del bebé que llora es como lo de la gente que tose, a lo cual se ha incorporado recientemente el celular que suena: casi casi inevitable... y aunque uno tenga ganas de fusilarlos por la espalda sin juicio previo, siguen estando allí, arruinando los más hermosos pianìsimos y las mejores grabaciones.
Saludos don Wolfgang. Rita
Pobre crío... se va a aburrir de lo lindo con 8 vejestorios (bah, 7 más Coni, que es potrillita) hablando de música...
Por mí no hay problema, total la que lo va a tener que andar corriendo va a ser usted.
Bueno, ahora metiéndome en la conversación imperante (hasta ahora no había dicho nada), a mí me molesta cualquier cosa que me distraiga de lo que estoy tratando de disfrutar, sea un niño, un grillo, alguien que conversa o lo que sea. Obviamente, tratándose de un nene, entran en consideración otros factores, tales como los que enumeraba claramente la Condesa. A los que agregaría uno más: los niños se van acostumbrando de a poco a comportarse dentro de un ambiente de gente silenciosa, y a la larga se quedan tranquilos y hasta posiblemente les comienza a gustar. Pero no termino de comprender a los progenitores que, teniendo al nene en brazos, ignoran olímpicamente sus berreos como quien oye llover, lo que me parece una evidente falta de consideración por el que está cantando y por el que está tratando de escuchar, y hasta por el niño mismo. Al igual que el que permite que el chico ande corriendo por los pasillos, sin hacer nada al respecto.
Pero insisto, si al nene se lo va haciendo conocer de a poco el ámbito de un concierto coral, seguramente se adaptará y tarde o temprano disfrutará del mismo tanto como nosotros.
Y ya con esto me puedo dedicar tranquilamente a la psicopedagogía, ¿no?
Johann
Jeje Yo sabia que iba a venir un comentario,de La Condesa,habida cuenta que en el debut del Coral In Animis,hubo un chiquito que empezo su `concierto´,en el momento que una de las solistas de Orphenica comenzaba a cantar;que resulto ser el hijo de la querida condesa;pero fijese la diferencia,para que no se sienta atacada por lo que dije,ud,coreuta al fin,y por respeto a quien cantaba y a los que escuchabamos,lo saco de la sala y lo distrajo,a diferencia de otra gente,que como bien dice Johann lo deja llorar como si tal cosa,poniendo a prueba los nervios del director(y de todos).Es comprensible y logico el deseo de seguir viendo conciertos,no digo que el que tenga un hijo no tenga el derecho a seguir viviendo y disfrutar de una salida,el de los coreutas y los familiares de los que participan seria un caso especial,realmente no repare en eso cuando hice mi comentario,pero sigo siendo del pensamiento en el que hay lugares y espectaculos donde los chicos decididamente no pegan.Por ej yo no entiendo a los padres que llevan a los nenes a una popular en una cancha de futbol,o a los que los llevan a los recitales de rock,pretendiendo seguir su vida como cuando tenian 15 años,me viene a la mente lo de la tragedia de Cromagnon,y sorprende que no haya pasado algo asi antes,yo he visto recitales en sotanos,donde la unica salida posible era la misma por donde habias entrado.¿En que cabeza cabe llevar a un chico(de cualquier edad)a esos lugares?Es obvio que lo economico tambien influye,dicho sea de paso,te quiero comentar que yo soy niñero de una nena de 10 años,y la cuido desde que tenia 8 meses,y realmente no cobro mucha plata por eso,el asunto pasa por conseguir una persona de confianza,y si es alguien de buen corazon,me parece una alternativa valida,para seguir con tus actividades estando tranquila de que hay una persona que se hace cargo.En algun momento pense que vos te podias sentir tocada por mi comentario.Te pido disculpas si te causo molestias,no lo hice con intencion.Ahora tambien me siento profundamente avergonzado por lo que dijo Rita sobre los que tosen,yo fui uno de esos en el recital de la metodista,mas de una vez me saltaron las lagrimas,y no de emocion,por reprimir la tos esperando que terminaran la obra,para no molestar con mis tosidos.Mi excusa es que soy alergico y vengo con una amigdalitis desde hace una semana y no hay descongestivo o pastilla para la tos que la cure.Hoy me siento mejor,y espero estar bien para el 23 porque tengo que cantar con el coro.Mis disculpas tambien para Rita que seguramente habra querido cortar la garganta con una gillette a todos los que tosiamos.Quiza como forma de desagravio hoy le lleve mis amigdalas en un frasco con formol para aplacar su ira.Los vere destino mediante,esta noche en la cena.Saludos.
Por favor, Wolfgang, no me confunda con la condesa, que siempre anda con las tijeras a mano... :) Mencioné lo de las toses porque es una constante en los conciertos. Además, como a cualquiera de nosotros le puede pasar, hay que tener un poquitín de comprensión, porque sinó, en invierno estarían vacías las salas de conciertos. Lo que no SOPORTOOOOOOO son los celulares que suenan en medio de un concierto e incluso hay gente que los atiende y se pone a conversar!!!!!! Y eso lo he visto no solo en la Metodista, sino en el Auditorio de Belgrano!!!!
En fin... espero que lo hayan pasado lindo en la cena de los corolarios. Lamento no haber visto sus amígdalas en formol, aunque como desagravio me parece pobre. Prefiero un ramo de flores, que quiere que le diga... :) Un saludito. Rita
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